SALSA, POLÍTICA Y DESCONTROL

Disco "Los Salseros De Acero"

 
Por: Daniel Flórez Porras

No todas las veces al activar la reproducción de una playlist en streaming, o al hacer girar el disco de una tornamesa para que la aguja se deje atraer y pinche los surcos del vinilo, ni cuando se obtura la tecla “play” de una vieja casetera para que esta haga rodar la cinta, ni tampoco en los momentos de abrir y cerrar la bandeja en la que el iridiscente CD busca el misterioso rayo de luz que irradia a través de las bocinas las frecuencias sonoras, se es plenamente consciente de los dictados de la industria musical y su relación con los avatares políticos y las confrontaciones ideológicas.

Sin embargo, en muchos momentos de la historia musical el espectro de la política ha empañado el escenario de los artistas, convirtiendo la creación artística sonora en la mayoría de los casos, a través de las composiciones líricas y el tipo de arreglos, en una declaración de principios y un llamado perentorio a los músicos a tomar una posición frente al acontecer social que les rodea, los nutre, pero también por momentos dificulta su trasegar creativo ante sus pares y su público.

En este sentido, la reflexión de la salsa, política y descontrol tiene que ver sobre cómo el trasfondo político se introduce por los intersticios de la escena musical causando estragos. Cuando la política irrumpe y se impone por encima de la apreciación musical, para el caso de la salsa rescatamos, entre muchos más, algunos de los casos más emblemáticos.

Jam Sesión Live Fania 1979 en Cuba. Primera presentación de la Fania All Stars (FAS) en Cuba, en el contexto del festival Havana Jam 79, que se desarrolló entre el 02 y 04 de marzo en el teatro Karl Marx de la Habana, al cual se convocaron artistas rutilantes de EEUU, de la talla de Billy Joel, el Trio Of Doom (integrado por Jaco Pastorius, John MacLaughlin y Tony Williams), la CBS Jazz All Stars, Dexter Gordon, Stan Getz, y el grupo de jazz – rock fusión Weather Report, entre otros.

Por parte de Cuba estuvieron Frank Emilio al piano, Guillermo Barreto en las pailas, Tata Güines en las tumbadoras, Chuco Valdés con el grupo Irakere, Pacho Alonso, Orquesta de Santiago de Cuba, Los Papines, Orquesta Aragón, Pablo Milanés, entre otros. Este evento pretendió llevar cabo un acercamiento cultural entre los gobiernos de las dos naciones, por un lado, la isla de Cuba liderada por Fidel Castro y en la contraparte, EEUU bajo el gobierno de Jimmy Carter.

Sin embargo, dicho evento a pesar de contar con tan magistrales músicos no recibió la suficiente publicidad, y a última hora el establecimiento oficial cubano le dio un tratamiento de bajo perfil. Para la FAS representó un hito en su historia, al permitirle medirse ante el público de la isla (donde el son junto con la mayoría de los ritmos y composiciones que hacían parte del repertorio de la orquesta fueron creados), que tuvo su reacción particular frente a las ejecuciones musicales que presentó aquella noche la orquesta neoyorquina.

Desafortunadamente sobre este festival por lo ya anotado, no existe un registro audiovisual íntegro, que permita verificar la experiencia musical que tuvo lugar durante esas tres noches memorables. Existen dos LP de Havana Jam, que compilan algunas de las piezas musicales ejecutadas en vivo, y un documental muy anunciado que está preparando el periodista Ernesto Juan Castellanos que recoge los testimonios de varios de los sobrevivientes de aquellas jornadas.

Para el caso de FAS la publicación de su famoso LP no solamente alimentó su discografía, sino que además imprimió una huella profunda de lo que significa la tensa relación entre la música y la política. Se cuenta que la recepción por parte del público cubano la noche del sábado 03 de marzo que se presentó FAS no fue favorablemente unánime, y que, por el contrario, se presentaron ciertas resistencias al observar tan particular tratamiento del patrón rítmico del son por parte de los músicos latinos en tarima radicados en EE.UU. Y, además, por cuestiones políticas, varios integrantes de la orquesta no hicieron parte de la delegación, entre ellos las ausencias más destacadas fueron las de Celia Cruz y de Cheo Feliciano.

Pero si de tensiones entre la música y la política se trata, quizá una de las más célebres le ocurrió a La Orquesta Típica 73. Cuando agrupación neoyorquina visitó Cuba un año antes del ya citado Havana Jam 79, sus integrantes tuvieron la oportunidad de dialogar y ejecutar sus instrumentos con músicos cubanos que les transmitieron su conocimiento. Por parte de la orquesta visitante, integrada por músicos latinos de Puerto Rico, República Dominicana y Cuba, pero residenciados en Nueva York, estuvieron: su director y pianista Sonny Bravo, el bongosero Johnny Rodríguez, el timbalero Nicky Marrero, el tumbador Rubén Cachete Maldonado, las trompetas de René López y Lionel Sánchez, los saxos de Mario Rivera y Dick Meza, Dave Pérez en el bajo, Alfredo de la Fe en el violín y la voz revelación en su momento del dominicano José Alberto “El Canario”.

Por su parte, la pléyade de músicos cubanos que hicieron parte de este experimento (que para los integrantes de La Típica 73, además de ser sus ídolos, eran los referentes de la tradición del son, aun después de la revolución política cubana de 1959), fueron: el célebre José Luis “Changuito” Quintana, a quien se le debe un nuevo ritmo y golpe en las percusiones que dio origen al songo; Guillermo Barreto en los timbales, el tumbador Tata Güines, Richard Egües en la flauta, Félix Chapotín en la trompeta, el tresero Niño Rivera, el trombón de Juan Pablo Torres y Eddie Pérez en la percusión.

En definitiva, una constelación magistral de músicos representantes del planeta sonoro del caribe, que a pesar de compartir una misma cultura y estar enlazados por el lenguaje universal de la música, sin embargo, estaban separados, no solamente por la insularidad geográfica, sino, además, por las divisiones ideológicas entre el capitalismo y el comunismo que mantenían el pulso de la geopolítica mundial en plena época de la guerra fría.

El resultado fue el connotado disco “Intercambio Cultural”, que salió publicado en 1979. Un álbum que con el paso del tiempo ha resultado mítico, si se piensa que fue grabado en la Habana por parte de una orquesta de EEUU, en medio del bloqueo económico y las tensiones políticas. Basta recordar que el pago por dicha grabación en la isla, al no permitirse el uso de dinero de procedencia norteamericana, fue la donación por parte de Jerry Massucci, dueño de Fania Records junto con Johnny Pacheco, de una consola de grabación de 16 canales, con el fin de modernizar los estudios de Cuba que adolecían hasta el momento de dicha tecnología de sonido.

Sin embargo, a pesar de la enriquecedora experiencia de todos estos músicos y del resultado encomiable que se puede apreciar al escuchar los siete temas de este histórico álbum; a su regreso a Nueva York La Orquesta Típica 73 fue objeto de hostigamientos, les fueron cerradas las puertas de los clubes nocturnos donde se presentaban, e incluso recibieron amenazas si se presentaban en concierto por parte de los sectores radicales anticastristas en EEUU. De esta forma, sin lugares donde tocar, la orquesta que dirigía Sonny Bravo terminó por disolverse.

Tal y como se lee en las notas discográficas escritas por Benjamín Lapidus, en la reedición de 2006 de este álbum en formato CD, por parte de Emusica Records (para entonces la firma dueña del catálogo de la antigua Fania), Sonny Bravo expresó en 2005: “Ir a Cuba me costó la orquesta, pero si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría exactamente de la misma manera”.

Otros sucesos de la salsa, la política y su descontrol se destacan, más allá de las repercusiones, por la calidad y representatividad de sus protagonistas. Inolvidable fue la primera y única visita a Cuba por parte de Óscar de León en 1983. En esa oportunidad se presentó en el Anfiteatro de Varadero Cuba, luego en la Habana, en el Auditorio de la Ciudad Deportiva, en el Teatro Karl Marx y en el Rodeo del Parque Lenin. Conciertos antológicos, gracias a los cuales la mayoría de los cubanos asistentes reconocieron los dotes extraordinarios de la fiera salsera, hasta el punto de alcanzar a ser comparado con el Bárbaro del Ritmo, Benny Moré.

Como resultado de la operación, el cantante venezolano a su regreso de la isla fue objeto de señalamientos, con gran hostilidad por parte de un sector radical de Miami, así como de algunos representantes del mundo salsero, entre ellos Celia Cruz que respondió con un pasajero distanciamiento en su relación profesional con el compositor de “Llorarás”. Ante estos hechos que solamente el paso del tiempo curó, la decisión del “sonero del mundo” fue la de nunca más regresar a la patria de Martí.

Para terminar, entre otros muchos ejemplos se destaca la posición inveterada del sonero boricua Andy Montañez, quien, desde sus primeros acercamientos con músicos cubanos en la isla, como lo fueron sus presentaciones en tarima con Adalberto Álvarez y su son en los años 80, hasta su más reciente visita a Cuba el año pasado donde fue objeto de reconocimientos y homenajes, el “Niño de Trastalleres” nunca ha ocultado su devoción por el pueblo cubano y su música.

Esto por supuesto le ha valido críticas por doquier, y al igual que con Óscar de León en su momento, ha sido objeto de señalamientos por una parte de la escena musical salsera. Recordados son los desplantes que recibió en varias ocasiones y en plena tarima, por parte sí, otra vez, de Celia Cruz.

Finalmente, la isla de Cuba como una de las alas principales de la creación de ritmos del Caribe (junto con Puerto Rico y la suma de los aportes de todas las otras naciones que integran el patrimonio musical afroantillano), debe ser valorada y reconocida más allá de su historia política, sin desconocer el gran perjuicio social y cultural del que ha sido objeto debido al bloqueo económico aplicado desde 1961, y lo que para la música significó una fractura gracias a los decenios de aislamiento, donde el intercambio cultural natural que se venía dando durante siglos en toda la cuenca del Caribe con Cuba fue interrumpido abruptamente

Lamentablemente aún hoy en día, cuando se habla de esta nación sigue primando el perverso factor ideológico por encima del aporte creativo musical de origen cubano como legado patrimonial de toda la humanidad. En todo caso, la próxima vez que vayamos a reproducir una pieza musical, la cual fue creada para el goce y el deleite, no olvidemos que en muchas ocasiones la política con su censura y maniqueísmo sigue empeñada en apropiarse del legado sonoro, cuando este debe ser un derecho universal para todos los pueblos del mundo. 
 
 

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