MAELO: UNA DECISIÓN PENSADA CON EL CORAZÓN

Disco "Los Internacionales" (1964)


Por: José Ortíz Charriez

¡Saludos desde Puerto Rico a todos los habitantes del planeta Salsa! Hoy hablaremos sobre una anécdota de Ismael Rivera, Maelo, Sonero Mayor, el Brujo de Borinquén. Sin duda alguna Maelo nos legó una escuela de canto, soneo y ritmo, en la cual demostró su capacidad para improvisar, rimar y alterar patrones rítmicos con una elegancia única. Sin embargo hoy, más allá de su interpretación, miraremos al Maelo que pensaba con el corazón, les invito a reflexionar en la grandeza del Sonero Mayor.

Para la década de 1950, en Puerto Rico se podía disfrutar de dos de nuestros géneros de herencia africana, la Bomba y la Plena, asistiendo a uno de dos lugares que resultaban ser completamente opuestos: o en los barrios pobres y zonas marginadas o en los grandes hoteles, clubes sociales y salones de baile de la época. En los barrios pobres se interpretaban con voces y tambores, en los grandes hoteles y salones estos géneros eran ejecutadas por grandes orquestas (big bands), que incluían saxofones, trompetas, piano y bajo pero los ritmos eran mucho menos dominantes. Obviamente estos escenarios acentuaban una marcada diferencia entre dos clases sociales, la clase alta y la pobre.

Una de estas grandes orquestas de la época lo fue la Orquesta Panamericana, ésta se componía de alrededor de 15 músicos e incluía en variado repertorio guarachas, danzas, boleros, pasos dobles, calipsos, bombas y plenas, entre otros. Era una orquesta muy famosa, de prestigio, dirigida por uno de los más grandes músicos que ha dado Puerto Rico, el Maestro Ángel “Lito” Peña. La orquesta en general se destacaba por su alto nivel de ejecución musical y fue esta la primera orquesta conocida donde Maelo participó.

Con ellos grabó una plena titulada “El Charlatán” (Toñin Romero), que se convirtió en un gran éxito radial, y para el mismo tiempo Maelo había grabado un tema junto al combo de su amigo de la infancia, Rafael Cortijo titulado “El bombón de Elena” (Rafael Cepeda), tema que de igual forma se convirtió en éxito radial. De esa forma Maelo se convirtió en uno de los pocos artistas de la época en lograr éxitos simultáneos con el acompañamiento de dos orquestas diferentes, demostrando su capacidad para desenvolverse cómodamente en ambientes social y musicalmente diferentes.

Este doble éxito obliga al Sonero Mayor, en un momento determinado, a tomar una decisión: continuar con la Orquesta Panamericana, lo que representaba estabilidad económica, reconocimiento y prestigio en los grandes hoteles y salones de baile, o unirse a este nuevo “experimento musical” llamado Cortijo y su Combo formado en su mayoría por músicos negros y cuyas presentaciones eran principalmente en clubes nocturnos de zonas marginadas. Para el año 1954 el Sonero Mayor decidió renunciar a la Orquesta Panamericana y se unió al Combo de Cortijo; cuando se le preguntó porqué había tomado esa decisión respondió: “Es que yo me siento bien con los negritos”.

¿Qué quiso decir Maelo con esa respuesta?, en el libro “Ismael Rivera el Sonero Mayor” (1992) su autor Rafael Figueroa Hernandez cita una entrevista a Maelo donde él habla de una rabia, un hambre, una fuerza por salir del arrabal (barrios pobres y zonas marginadas de Puerto Rico). En la misma Maelo dice: “ese fue el tiempo de la revolución de los negros en Puerto Rico… Roberto Clemente… Peruchin Cepeda (ambos jugadores de béisbol que pertenecen al Salón de la Fama de las Grandes Ligas)… entraron los negros a la universidad y salió Cortijo con el Combo acompañando ese movimiento… Clemente empezó a dar palos y nosotros ahí acompañando ese movimiento”. Maelo sentía el llamado a ser partícipe de un movimiento a través del cual podía aportar grandemente y acudió al llamado sacrificando la estabilidad económica y el prestigio que le brindaba la famosa Orquesta Panamericana.

La decisión de Maelo de irse con Cortijo marca una decisión que cambiaría no solo la música como la conocíamos, sino toda la sociedad. Luego de Maelo renunciar a la Orquesta Panamericana, las “big bands” en su mayoría compuestas por 15 músicos o más (en su mayoría blancos), comienzan a ser sustituidas por nuevas propuestas musicales de combos y orquestas. Estas nuevas propuestas eran mucho más reducidas en términos de personal, y es donde comienzan a interactuar musicalmente músicos blancos y negros. Las nuevas propuestas musicales presentaban a los músicos ejecutando de pie y en constante movimiento y coreografía contrastando con las big bands donde por lo general todos estaban sentados. Pero aún más grande sería el contraste que se daría en cuanto a la presencia de los cantantes como figuras principales: se dió la transición de un cantante estático frente a un micrófono (como era la costumbre de las grandes orquestas) a un Maelo al frente del Combo soneando incansablemente sobre el coro y remeneándose de manera frenética.

En adición, la apariencia de los músicos también comienza a cambiar, las big bands se presentaban siempre con recortes de cabello corto, bigote fino, sin barbas, siempre en fila e impecablemente vestidos (reflejo de una generación altamente militarizada por la 1ra y 2da Guerra Mundial, Guerra de Corea y Vietnam). Esta apariencia comienza a ser sustituida por barbas, pelos largos o afros (la influencia “hippie”) y en muchos casos los uniformes van desapareciendo y cada cual vestía como quería. Si observamos las carátulas de los discos de las grandes orquestas y los comparamos con las portadas de los discos de mediados del 1960-1970 en adelante podemos apreciar estas marcadas diferencias.

La decisión marca el comienzo de un nuevo estilo de música en Puerto Rico y Latinoamérica. Maelo junto a su entrañable compadre Rafael Cortijo (y su Combo) logran ser la primera agrupación compuesta en su totalidad por músicos negros que logra presentarse en un espectáculo musical en el área turística del Condado, el área turística más exclusiva de San Juan, P.R. Fue así como logran llevar la Bomba y la Plena que se ejecutaba en los barrios y zonas marginadas, a los grandes hoteles y salones de baile de la época logrando romper la barrera entre las clases sociales.

Maelo y Cortijo vivieron el discrimen y el racismo, lo abordaron muchas veces, de variadas formas; evidencia de esto es uno de sus primeros éxitos, “El Negro Bembón” (Bobby Capó) donde de una manera irónica enfocan el tema:

"Mataron al negro bembón, 
mataron al negro bembón, 
hoy se llora noche y día
porque al negrito bembón, 
todo el mundo lo quería…
y saben la pregunta que le hizo al matón 
¿Por qué lo mató diga usted la razón?
y saben la respuesta que le dió el matón: 
“Yo lo maté por ser tan bembón"

Pero ni el discrimen ni el racismo troncharon sus sueños. Nos hicieron sentir orgullosos de “las caras lindas de mi gente negra”. Fue precisamente ese orgullo por “los negritos” lo que llevó a Maelo a integrar el Combo de Cortijo. Demostró su amor por la Bomba y la Plena logrando que “su música no quedara ni a la derecha ni a la izquierda, sino en el centro de un tambor legal”. Finalmente nos mostró con su ejemplo, lo que el Nazareno le había dicho, “hazle bien a tus amigos y ofréceles tu amistad y verás que a ti lo malo nunca se te acercará, en cambio todo lo bueno contigo siempre estará” y se fue con su amigo de la infancia Rafael Cortijo a cambiar el mundo a fuerza de ritmo, cadencia y soneo.

¿Qué hubiera sucedido si se hubiera quedado en la Panamericana? Nunca lo sabremos, pero lo que sabemos es lo qué pasó: que esa decisión tomada con el corazón transformó el mundo latino como lo conocíamos. Que nuestras decisiones igualmente sean pensadas con el corazón, que valoremos la amistad por encima de posiciones, prestigio o dinero. Que nuestros tambores sigan sonando sin desviarse ni a derecha ni a izquierda, que nuestros pensamientos y acciones le hagan bien a nuestros amigos y familiares… porque solo así lo malo nunca se nos acercará, en cambio todo lo bueno con nosotros siempre estará.

Los quiero, un abrazo!

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