SALSA Y CALLE


 

Por: David Ortíz Effio

Recuerdo las primeras cuadras de la calle Succha en “la rica Breña” uno de los distritos más populosos de Lima, Perú.

Siempre iba para alquilar bicicletas BMX. Salía corriendo después del almuerzo y cuando llegaba a la cuadra, había siempre jarana en la casa contigua. Una enorme figura sobresalía de los demás. Un hombre que inspiraba miedo con su presencia, pero en su rostro tenía dibujada una sonrisa amigable. Alguna vez nos hizo bailar en plena calle, Y gritaba a cada rato “CANDELA SOBRINO, CANDELA” bueno nunca la tuve, mi baile era más frio que ni una chispita salía. Así que siempre era excluido de las rondas con esas mini-mulatas que se movían como culebras mientras los niños de la cuadra hacían un círculo para esperar su turno de baile.

Pepe, era el cantante de Salsa de la cuadra, media 1.90 y tenía una voz ronca y potente. Se ganaba la vida Manejando una Combi blanca en la que apenas entraba. La usaba para ganar algunos soles haciendo transporte informal de pasajeros y cuenta la leyenda que alguna vez la policía le quito el carro por no tener ni brevete, ni papeles de propiedad del auto. Y que solo logro recuperar cantando en el cumpleaños del comisario que le hizo pasar un casting en su oficina junto con otros tenientes. Gracias a eso consiguió un permiso especial de trabajar libre por el distrito. Siempre y cuando arme la fiesta en las quermeses que organice la entidad policial. Además, lo recomendaron con el alcalde y así comenzó a ganar una pequeña popularidad.

Murió a los 35 años en un accidente de tránsito cuando iba a cantar en una feria de Matucana (ciudad a 74 km al este de lima), dicen que perdió el control del volante en una curva y lo irónico es que el auto impacto contra un muro de concreto en el que tenía pintado la publicidad de la discoteca donde iba a cantar, llamada “TAKI” que es una palabra quechua que significa “Canción, música, baile” Pepe me hizo saber lo que es una gran parranda salsera en plena calle y a cualquier hora.

Para un niño de 12 años, disfrutar de ese ambiente es algo que se los desearía a los adolescentes cibernéticos de hoy. El acariciar el pavimento con los pies y a ritmo de timbales, congas y una gran voz, es un recuerdo difícil de olvidar. La salsa es patrimonio de una raza y los que la cultivan nos muestran su experiencia de vida y en algunos casos, su forma de querer a su país.

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