ELLA, LA DE RUBÉN


 

Por: Cecilio Villarroel

 

Se dice que todos los hombres (o al menos la mayoría) hemos tenido alguna vez un ideal de lo que quisiéramos fuera nuestra compañera, novia, esposa, amante o incluso, solo amiga.

También se comenta que ese “ideal” (que en algunas ocasiones dista bastante de lo real), también viene dado por una mezcla de factores (genes, modos y lugares de crianza, experiencias vitales, percepción propia, gustos, etc.)

Sin embargo, hay virtudes comunes que se repiten en esa “mujer ideal” que todos, en algún momento, hemos anhelado.

Veamos cuáles de esos atributos nos dibuja Rubén Blades en su “ELLA”…

“ELLA, que con sus besos lima, los afilados bordes, de mi angustia de vidrio”…
Angustia… Esa sensación que oprime el pecho, dejándonos sin aliento y a veces desvalidos

“Inútil es ante ELLA mi silencio, pues oye cada cosa que no digo”…
Intuición pura la femenina, para entender cuando nos sentimos afectados, incluso antes que nosotros mismos

“En el desierto en que mi fe se arrastra, por ELLA es que sigo”…
En esos aciagos momentos, llega “ELLA” y nos impulsa a continuar

En ocasiones, quizá más de las que quisiéramos, somos poco capaces de dar o recibir afectos y atenciones, porque nos enseñan (también nos muestran) desde precoces edades, que “los sentimientos no son para los hombres”, y entonces…

“ELLA, que sin rendirse insiste, en regalarme sueños, que mi razón resiste”…
…y termina desvaneciéndose en la bruma ante la sonrisa de la vida, la feliz entrega de un cuerpo-alma, la inocente fogosidad de una nueva experiencia

Y cuando estamos en ese oscuro foso de la tristeza y la desolación, llega…

“ELLA, que llena con abrazos, los cínicos espacios donde mi pena existe”…

“Dibuja, Edín”…

Que bien pudiera ser un Odín, Dios nórdico de la sabiduría, característica tan propia de aquellas que conocen y se brindan, sin miedos ni mezquindades, desde su sapiencia de mujer…

“¿Será que escucha y oye las cosas que no digo?”…

Tan típico de la “ELLA” que ama e inclusive, la que ya no.

También de las madres ante el peligro o dolor de sus hijos (sin importar distancias, tiempos, ni edades…)

“Y aunque soy acertijo que atormenta, ELLA me resuelve”…

Con un abrazo de mirada, un beso de nariz, una caricia de alma a alma

“ELLA moneda y yo un mendigo”…

…a quien regaló un amoroso alimento, cuando intentaba abrirse camino y despegar desde la carestía hacia la abundancia, desde el quiebre emocional hasta la pacífica tranquilidad del amar sin condiciones…

Ella…

Desconocemos si esa ELLA fue inspirada por una única mujer.

Sería Paula?

Acaso Lisa?

Más bien Luba?

Tal vez la idealización-realización de lo mejor de ellas tres? o de alguna otra?. Quizá (solo quizá) únicPor: Cecilio Villarroelamente sea el propio Rubén quien podría responder la interrogante.

Al final

“Redondo laberinto el de la duda, los pasos se convierten en castigo; en vez de intimidarla mi amargura, la bebe conmigo”…

Haciéndola menos amarga

Lo cierto es que

“Joer, caló, caló”.


Caló, y allí se quedó.

Gracias Rubén por rememorarnos, con la tuya, nuestra intensa y profunda ELLA… 



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